Bueno, supongo que nadie va a responder de forma masiva al primer capitulo, pero todavia sigue:
Hace cincuenta años- mientras la contaba solía dirigir la mirada hacia la ventana y perderla - una chica descubrió un gran tesoro en un lugar olvidado. El tesoro, codiciado por muchas personas, había estado oculto durante siglos del mundo, pero la joven no pudo evitar el involuntario hallazgo, y fue perseguida.
Las ansias de poder llevaron a los individuos a la guerra por el misterioso objeto y comenzó la mayor batalla conocida hasta entonces. Con aquel objeto en su poder, huyó a través de numerosos lugares. La magia, utilizada hasta entonces con el único fin de ayudar se volvió maligna y sombría, y fue sellada por un importante archimago. La búsqueda del objeto finalizó, y la chica tuvo un momento de descanso, pero no duró demasiado tiempo.
El mundo al perder la magia se sumió en un periodo de abatimiento y melancolía, y el mago responsable de la pérdida, condolido, la devolvió, añadiendo una pequeña diferencia, no todo el mundo podía ejercerla. Retomaron de nuevo la búsqueda del tesoro y la joven se vio obligada a destruirlo, pero no fue tan fácil como ella esperaba. Ninguna técnica conocida, mortal o mágica, era capaz de acabar con el ambicionado objeto y, sin otra opción, decidió esconderlo de nuevo, aceptando la responsabilidad de proteger el lugar elegido. Los habitantes del mundo dejaron de sentir la energía del tesoro, y abandonaron su búsqueda, pero una poderosa familia quedó sin magia, y juraron encontrarlo y recuperar lo que les había sido arrebatado.
La historia no tenía un final exacto, pero ahí quedaba siempre, sin una conclusión clara, o una afirmación que te permitiera imaginar que acontecía el destino de la joven. Esperaba que cada vez que la repetía, encontrase al fin lo olvidado, pero nunca se cumplía aquel deseo esperanzado, que hacía a la historia ilimitada.
Llamó a la puerta de la casa, las betas de la madera presentaban rasguños o arañazos, parecía que la abuela había tenido perros hace un tiempo. Se abrió a los pocos minutos y detrás del marco apareció un chico de unos dieciocho años, algo cabizbajo y malhumorado, llevaba unos pantalones oscuros y una camiseta sucia con un gran número impreso en amarillo. La miró con desprecio, y sin aparatar la mirada de ella dijo girando la cabeza hacia atrás:
-¡Mamá ya ha llegado¡-y dirigiéndose a la chica anunció-te la vas a cargar.
-Cállate Mark-le respondió devolviéndole la mirada de antipatía.
Entró empujando a su hermano con el hombro hacia dentro y llegó al recibidor mirando hacia atrás. Era un pequeño vestíbulo de forma rectangular, algunos cuadros colgaban de sus paredes desgastadas y adornaban la estancia, dotando al lugar de un aire algo más alegre, intentando distraer la atención del espejo medio roto que acababan de descolgar. Los antiguos marcos parecían labrados por artesanos del lugar y la ligera capa de polvo que aún los cubría demostraba cuanto tiempo hacía que no se limpiaban. El color de la pared, de un amarillo paja, se mostraba acorde con el resto de los elementos de la habitación y resaltaba la presencia de una pequeña lámpara, del mismo color, situada sobre la cómoda que se apoyaba en el tabique más abarrotado de lienzos. El mueble estaba formado por cuatro cajones alargados que presentaban, en el centro de cada uno de ellos una pequeña cerradura. Las llaves se habrían perdido hace tiempo, pero ahora a nadie le importaba que escondían o guardaban en su interior. Antes de poder salir del cuarto su madre la abrazó de forma efusiva:
-¡Menos mal cariño¡¿Dónde estabas?
La chica no habló al principio, pero después de que su madre dejó de apresarla con los brazos le respondió con calma lo que había pasado. Omitió la parte del gato, añadiendo que había ido a ver una nueva tienda. La expresión de la madre cambió de preocupación a enfado, las cejas se le encorvaron hacia delante y los ojos, de color miel, se entrecerraron, dejando ver únicamente las pupilas:
-Esa no es razón para llegar a estas horas-dijo señalándose el reloj que llevaba en la muñeca.
Como ella no se defendía dijo ya en otro tono:
-Lyra, sube a tu cuarto a dejar tus cosas y baja a cenar ipso facto.
A pesar del cambio de tono dijo esto último con una entonación especial y apartándose, le abrió camino hacia las escaleras. Lyra subió sin prisas evitando cualquier choque con las cajas de cartón que había en los escalones. Contenían muchas de sus cosas, aún embaladas o sepultadas por otras, y aunque no se distinguían muy bien cuáles eran las suyas, se divisaba de vez en cuando una flecha perdida. La mudanza había sido bastante lenta, y aunque ya estaban establecidos aún rondaban por la casa muchas cosas que no tenían un lugar concreto.
Por favor, si alguien ha visto Hellboy II, que la historia la imagine con ese tipo de voz.
1 comentario:
Un saludo de mi parte.
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